sábado, 28 de noviembre de 2020

Espejo Retrovisor






La música tenía el volumen en un punto en el que apenas si podíamos entendernos al hablar. Neida llevaba la ventana abierta lo que hacía que su cabellera luciera alborotada. Cantábamos sin darnos cuenta de la velocidad que llevábamos,  Neida no medía la fuerza de su pie y la aguja subía sin control. El viento que ingresaba refrescaba el hervor que envolvía por completo el interior del carro. En ese momento yo iba a su lado. Por una hora continuamos a ese ritmo, la carretera tenía un tráfico denso pero se movía a buen ritmo. Al llegar a nuestra primera parada, un restaurante, aprovechamos para comer algo, no habíamos desayunado por salir de afán para evitar la aglomeración que se forma en la salida de la cuidad. Durante el trayecto hasta ese lugar todo había transcurrido sin contratiempos, comimos con calma. Al momento de pagar la cuenta ella me dio el dinero para que me acercara a la caja, mientras salió a fumarse un cigarrillo. En ese momento recibió una llamada. Durante la conversación su semblante cambio bruscamente. Hablaba con su amigo Carlos quien nos esperaba en nuestro destino, le había estado contando en que parte del camino nos encontrábamos. De cómo la estábamos pasando, se expresaba con gran alegría mientras le describía las cosas, pero, al momento de confesar que había soñado de nuevo con ese suceso incomodo por el que había pasado dos años atrás, su rostro se ensombreció. Sobre ese tema yo tenía un leve conocimiento. Se trababa del asedio que había sufrido por parte de un tipo que tenía vínculos sospechosos con el bajo mundo. El tipo la había estado pretendiendo y había llegado a seguirla a muchas partes. Ella tuvo que cambiar su residencia y su número telefónico, porque la intención del tipo pasó del cortejo al acoso. Pude notar que Carlos le dijo cosas agradables para sacarla de los pensamientos que la estaban agobiando, sonrío y terminó la llamada. Me uní a la causa y le empecé a hablar de la ropa que quería comprarme para asistir al matrimonio de mi primo Braulio, para el que faltaban todavía dos meses. Entre Neida y yo había una diferencia en edad de diez años. Ella tenía veintitrés. A pesar de ello nuestros gustos encajaban muy bien. Así que cuando alguna de las dos pasaba por un mal momento, la otra sabía bien por donde llevar la conversación o qué tipo de comida era perfecta para levantar el ánimo. Lo único malo de mi parte era que en los viajes que tomaban más de una hora, yo como acompañante siempre fui pésima. Debido a que la noche anterior nos habíamos ido a dormir muy tarde. Luego de haber desayunado no pude mantenerme por mucho tiempo con la misma energía de la madrugada. abandoné a mi piloto cuando apenas iban a ser las diez.

Cuando desperté de nuevo el carro se había detenido. Los vidrios de la parte delantera se estaban completamente abajo, la música apagada. Noté que me encontraba sola, un espasmo helado heló mi brazo derecho, alrededor una espesa vegetación le daba un tono sombrío a todo. El motor se encontraba en marcha, noté para mi desdicha que la puerta del conductor se encontraba abierta. Al dormirme estaba en la silla del copiloto, pero en ese instante en el que volvía a la realidad me encontraba en la silla de atrás. Neida no estaba, un viento caliente entro con violencia desordenado mi cabello mientas me iba levantando, lanzándolo sobre mi cara. Llamé a Neida dos veces, sin notar ningún cambio en los pocos sonidos que podían percibirse. Salí sin hacer mayor ruido, el carro había sido dejado en lo que parecía ser una entrada, debajo de un inmenso árbol que cortaba por completo la entrada de la luz. Eso me hizo pensar que había dormido demasiado y que ya estaba entrando el atardecer. Abrí la puerta del costado derecho descendí, aturdida y somnolienta todavía. Sin haberme alejado empecé a escuchar agua correr. La vegetación dejaba ver un sendero a muy poca distancia, en un transito imperceptible, quedé como si acabara de salir de un escondite. Ante mis ojos se desplegó un paisaje que parecía el truco de un ilusionista, un verde primaveral lució ante mis ojos. Un valle que se desbordaba desde un par de montañas, una a cada lado, lucia como una revelación. Absorta ante lo que me estaba encontrando, por un instante olvidé la situación en la que me encontraba, la somnolencia se evaporó por efecto del aire que refrescaba el lugar. Del trance me sacó la voz tenue de Neida que me llamaba, en un tono apenas perceptible.  

- Evelin date la vuelta sin hacer mucho ruido - Susurró

Como si estuviese pisando cascaras de huevo hice el giro, al tiempo que mis ojos trataban de encontrar donde se encontraba mi amiga. Apenas pude ver su cara que sobresalía de unos pequeños arbustos, me detuve y me le fui acercando siguiendo la señal que me hacía de caminar lo más lento posible. Apenas estuve a su lado quise preguntarle de que se trataba la cosa. Ella sin volver a pronunciar palabra, estiró su brazo izquierdo para con su dedo índice mostrarme aquello que la obligó a mantenerse agazapada como un predador al acecho. El espectáculo del paisaje lo cerraba lo que parecía ser un venado de un naranja casi brillante que pastaba a pocos metros de la orilla del riachuelo que atravesaba el lugar. Neida volvió a hablar para empezar a ponerme al tanto de lo sucedido. – Te perdiste de un suceso deslumbrante. Luego de detenerme para acomodarte en la silla de atrás. Para que tu figura de espagueti recién preparado no se deslizara por la silla dejándote como un bulto mal acomodado. Continué el camino que los policías de carretera me indicaron, debido a que la autopista principal está cerrada por un choque. Seguí a los demás carros para no perder el sendero que nos sacaría  adelante del percance. Todo iba bien hasta que un grupo de venados salidos de la nada me obligó a desviar. Cuando estaba haciendo el giro para retornar, se apareció ese exótico ejemplar que estas viendo, y que tal como si hubiese sido puesto para mí. Hizo que me dedicara a seguirlo maravillada. Neida no recordaba cómo había quedado en esa posición incómoda en la que se encontraba admirando al majestuoso animal, ni tampoco era consiente que había dejado el carro con el motor en marcha y a mí dormida en la silla trasera.

De regreso al camino. La música regresó y de esa manera nos encontramos repitiendo el ritual de la mañana. Cantábamos de nuevo, en ese momento lo que ocurría era que el sol se encontraba en contraposición y el día se aproximaba a su fin, mientras a nuestro viaje le quedaba una hora más de carretera. Haber dormido en la mañana me sirvió para no volver a dejarla sola al volante, a medida que avanzábamos pude presté gran atención a camino mientras pensaba en temas para tratar con ella, ayudándola a mantenerse lucida, sobre todo apenas salimos del lugar en el que nos detuvimos a almorzar. Normalmente a los carros que van por nuestro camino no les presto mucha atención, sin decir que no me sé ninguna marca en específico que me ayude a diferenciar uno de otro. Pero eso no evitó que me percatara de uno en especial con el que habíamos coincidido en el lugar del almuerzo, el cual para ese momento, además, llevaba más de media hora siguiéndonos. Algunas veces de cerca y por momentos parecía desaparecer, pero pude entender que dejaba que otros lo adelantaran para desaparecer del espejo. No quise decirle a Neida sobre el asunto, porque consideré que como muchos, simplemente seguía su ruta que coincidía con la nuestra. Un hecho que me empezó a inquietar fue que no aprovechó los espacios que tuvo para adelantarnos, como los demás que no tardaban en hacerlo. Neida no iba a la misma velocidad de la mañana. Se notaba cansada. Continué atenta sin dejar afectarme. Tenía la certeza de que en el momento menos pensado se perdería y no dejaría de ser sino una sospecha. Solo hasta que en nuestra última parada para comprar vivieres donde acostumbraba a hacerlo Neida en esa ruta.  Pude darme cuenta que ese carro retomaba el camino al tiempo que nosotras al reanudar la marcha. Noté que se había estacionado unos metros adelante y solo hasta que nos movimos esté dejó pasar un  carro e inició la marcha. Preocupada le hablé de mi sospecha a Neida, tratando de no alarmarla. 

– ¿Oye son muchos los viajeros que llegan a ese lugar para el que vamos? – le dije al tiempo que volteaba a mirarla. 

– Eso depende de la época ¿Por qué preguntas? – Respondió. 

– Solo por saber -

Entonces se me ocurrió proponer que hiciéramos otra parada, para descartar definitivamente que ese carro si nos estaba persiguiendo. Le argumenté que había empezado a sentir una sed incontrolable, mientras escondía bajo la silla el agua que llevaba para hidratarme. Ella no lo pensó, y apenas encontramos donde se detuvo rápidamente, como si fuera una urgencia buscar la bebida. El carro sospechoso continuó su marcha alejándose por completo. Lo cual me tranquilizó.

Al volver a la vía, continuamos por un buen rato, sin ninguna novedad. No bajé la guardia, me quedé atenta del espejo. Y unos cortos minutos más adelante, note que el carro regresó, acercándose demasiado. Entonces decidí advertirle a Neida sobre el comportamiento extraño que había descubierto. 

– Oye al parecer ese carro que tenemos atrás, lleva la misma ruta nuestra. Hace rato que lo vengo detallando y he notado que no nos rebaza, a pesar de las paradas que hemos hecho -  

- Tienes toda la razón, estaba creyendo que era una suposición mía y por eso no le había dado importancia. Ya me ha pasado antes que me dejo alarmar por aquellos que casualmente van para el mismo lado – me dijo mientras miraba los espejos continuamente. 

– Lo raro es que ha hecho las dos últimas paradas al mismo tiempo que nosotras, ¿Qué piensas? – 

- El color es el que no me convence. No se parece a ninguno que conozca, ¿De qué color es? – 

- Hasta donde pude notar es gris oscuro -

En ese momento, como si nos hubiese estado escuchando, buscó la forma de adelantarnos. Apenas pasó por nuestro lado pudimos notar que las ventanas del lado nuestro iban cubiertas por lo que parecía ser una tela. Se alejó hasta que lo perdimos de vista gracias a que su motor era mucho más potente. Nos miramos mutuamente y dimos un respiro de tranquilidad. Pasados diez minutos exactos, Neida tomó por una vía que se reducía a un solo carril. Continuó a media marcha, había empezado a oscurecer. A pocos metros de ese camino nuevo tuvo que pisar con rudeza el freno. De la nada fuimos recibidas por el destello de unas luces en pleno que otro carro encendió de repente, al instante se escuchó el ruido intenso del motor al ponerse en marcha. Neida puso la reversa y avanzo de inmediato. Maniobró así por unos metros, hasta que encontramos otro carro apunto de golpearnos, ella giró a la derecha. En la primera entrada que logró ver. El otro pasó derecho. Yo sentía retumbar mi corazón, mientras quedé agarrando con una mano la manija de la puerta y con la otra el brazo de Neida. Sin tomar aire ella reanudó la marcha haciendo chillar las ruedas. En ese momento pude notar que por su mejilla rodaba una lagrima, recorríamos ese camino sin tregua, recibiendo cada curva con ambas manos sujetas a la dirección, pronto nos encontramos un tramo empinado, que subimos demasiado rápido, con una imprudencia peligrosa. Neida bajo un la velocidad en el descenso, solo porque venía la siguiente curva y si no lo hubiese hecho, habríamos terminado metidas en una cerca que se vislumbraba en seguida. Una curva más delante fuimos sorprendas de nuevo por las luces en pleno de un nuevo carro también detenido, las dos pegamos un único grito escandaloso. Neida entendió que no alcanzaba a frenar sin chocarnos. Así que terminó metiendo el carro en el siguiente lote que pescamos, con la mala suerte que al pasar la cerca nos esperaba un  árbol. Chocamos recibiendo el estallido de los cristales por completo. Ella quedó inconsciente. Aturdida me fui desmayando. Lo siguiente que pude recordar fueron nuestros cuerpos amarrados uno junto al otro en lo que parecía ser el platón de una camioneta. Ella continuaba sin dar señales de conciencia mientras yo me estremecía con cada movimiento del carro porque me dolía un hombro, como si me hubieran abierto la piel. Quise gritar pero la mordaza que apretaba mi boca me lo impidió.


viernes, 20 de noviembre de 2020

Plumas Negras Capiltulo III

 

Este capítulo es la continuación de:

https://rudyantoniosilva.blogspot.com/2020/08/plumas-negras-capitulo-ii.html 

 

Vestigios




La historia que en este espacio les va a ser contada ha sido creada por Leila una habitante de nuestro pueblo, quien además ha comenzado sus prácticas con nosotros, ella es estudiante de locución y seguramente más adelante podrá estar tiempo completo con nuestro  equipo de trabajo. Por ahora escucharemos su primer trabajo narrativo que tiene que ver con el mundo del suspenso. Los dejo con su primera historia. Bienvenidos.

 

“Los ojos que no alcanzas a ver te siguen, si eres joven estás en el punto exacto. Tienes la carne tierna y la edad perfecta.”

 

Edna se encontraba grabando un video cerca de la casa de la abuela para enviárselo a su prima Daniela quien se había ido a vivir a Costa Rica. Antes de terminar el colegio ambas viajaban continuamente a pasar las vacaciones con la abuela que vive con su tío menor Oscar. El lugar donde estaba grabando daba ingreso a un lote que se encontraba abandonado, la vida existente se la daban los árboles frutales de mango y mandarina intactos al paso del tiempo. Había llegado con Oscar para recolectar frutos y llevárselos. Eran alrededor de las once de la mañana. Mientras su tío amarraba a la bicicleta las bolsas en las que habían guardado la fruta, ella se había quedado haciendo la grabación para mostrarle a su prima cómo estaba el lugar al que ella hacía más de año y medio no volvía, en el cual habían jugado muchas veces a treparse en y lanzar las frutas que iban arrancando para que su tío las recibiera en la parte de abajo. Edna se grabó hablando a la pantalla de su teléfono y luego dio vuelta a la cámara para mostrar  que el lugar no había cambiado mucho desde la última vez que juntas habían estado allí. Todo era normal hasta que se encontró numerosas marcas de sangre, junto a otras que parecían ser las huellas de unos zapatos, al lado de estas notó unas más que no tenía forma de algo reconocido porque estaba deformada como un manchón. Continuó grabando hasta donde las marcas se perdían llegando un montón de piedras. Justo en la más grande habían quedado tres plumas de gran tamaño. Acercó el teléfono al lugar en el que se encontraban, las grabo entretenida y apenas estaba dispuesta a decir algo sintió que una mano la tomaba por el hombro, soltó el teléfono y se giró gritando a su tío por asustarla pero su grito se agudizó al darse cuenta que en el lugar no había nadie. Levantó su teléfono y emprendió carrera hasta donde se encontraba Oscar, no había avanzado mucho cuando escucho el ruido de lago que había sido golpeado, avanzó a mayor velocidad llegó hasta los arbustos que formaban la salida de lote, apenas salió se encontró de frente con Oscar emitiendo otro grito, él la tomo de los hombros para revisarla.

 

– ¿Qué pasó? – Dijo mirándola de arriba abajo.

 

– Allá   atrás hay algo feo – Respondió con unas palabras apenas reconocibles.

 

Oscar la calmó mientras la fue llevando hasta donde estaban las bicicletas, junto a estas había un tronco donde hizo que ella se sentara para que se pudiera calmar. Esperó un tiempo y luego quiso ir a ver el asunto por su cuenta. Ella le pidió que no la dejara sola, pero le pudo más la curiosidad. La muchacha se quedó inmóvil en pose de oración. En el lugar Oscar revisó las cosas sin demorarse y se regresó hasta donde su sobrina argumentando que no se trataba de nada extraño, que esas eran marcas características dejadas por un animal herido que había sido cazado por un ave y que las marcas quedaban así porque la presa era llevada por los aires hasta el lugar en donde con calma lo podría ser devorado. 

 

– Sí, pero las huellas que llegaban hasta ahí no eran de un animal, eran de una persona, y que me dice del susto, alguien me puso su mano sobre mí hombro – le respondió ella con los ojos aguados.

 

– Deja la paranoia, seguramente las huellas son de  alguien que como tú y yo llegó a ver la sangre, y el susto es una reacción sugestiva no te hagas ideas y mejor vamos que tengo cosas por hacer en la casa – Le contestó mientras la tomaba del brazo alcanzándole la bicicleta para que la montara.

 

– No, al llegar al lugar no estaba asustada, quedé impactada por la forma en que se encuentran esas cosas, eso es prueba de que ahí pasó algo. No pretendo encontrar una lógica es solo que ese lugar baldío se presta para muchas cosas y por el susto que me dieron, seguramente dejaron algo suelto, algo que no podemos ver y que se molestó porque encontré las huellas de lo que había hecho y por eso decidió asustarme –

 

- Ustedes las mujeres cuando encuentran tema, nadie las calla, especialmente  tú Edna, ¡Qué cosa!. Si lo que dices que te asustó te escuchara se espantaría con la cantaleta, tal vez fue eso, advirtió quien eres y quiso que se te enredara la voz para que no lo agobiaras con tus argumentos – Le contestó dejando escapar sus risas.

 

- Como no le pasó a usted no le ve la importancia cierto y si nos hubiera pasado a los dos, ¿Le habría dado igual? – Refunfuñó ella.

 

- Ves ya te hice pensar en otras cosas, espero que eso que haga sentir mejor. Susto o paranoia lo mejor es que si vas a volver no ingreses sola al lugar para evitar sucesos como ese ¿Te parece? -

 

Ella no le contesto pero se notó calmada. Decidieron que no iban a tocar el tema en la casa. Para dejar las cosas así y que ella no se llevara ideas intranquilas a su cabeza. Oscar con su costumbre de manejar las cosas con calma se dedicó a hacer lo que habían acordado, incluso se guardaría los comentarios jocosos que se le llegaran a ocurrir acerca de la situación. En la tarde Edna acompañó a su abuela a la casa de una de sus amigas a hacerle la visita, Oscar por su parte se salió a rondar por las calles del pueblo con sus amigos. Llegada la noche cenaron temprano mientras escuchaban a la abuela contar historias de su niñez. Ese día se habían levantado antes del amanecer así que el cuerpo empezó a pedir descanso temprano. A las nueve todos ya estaban en sus cuartos. El descanso de todos transcurría con normalidad  hasta que a la madrugada un mensaje en el teléfono de Edna la sacó de sus sueños, era de Daniela que le había contestado el mensaje sobre el video que le había sido enviado al medio día. Edna había quedado consternada con lo sucedido en ese lugar, así que había decidido ocupar su mente en otras cosas, dejando para después la revisión de los chats para cuando estuviese de mejor ánimo, por eso también había olvidado bloquear su teléfono para que no la despertara algún sonido. Lo tomó ya que no paraba de sonar con las alertas de todos los mensajes le estaban llegando. Somnolienta lo acercó para empezar a revisarlo, al darse cuenta de que todos los mensajes estaban llegando al tiempo se percató de que la señal había estado defectuosa y apenas se restablecía. Iba a desactivar todo pero por error activó uno de los audios que su prima le había enviado.

<< ¡Edna estas bien¡ ¿Qué fue lo que pasó? He estado preguntándole a Oscar pero tampoco me da respuesta, parece que están sin señal todos allá. Repórtate me tienes preocupada, ¿Te hizo algo esa cosa que te siguió? >>

 

La solicitud urgente de su prima la dejó sentada en un solo acto. Tomo el teléfono para revisar a que se refería ella. El mensaje que se activó era el último que ella la había enviado, antes de ese tenía toda una fila esperando ser leídos. El primero era otro audio.

 

<< ¿Qué cosa es esa donde estas metida? ¿Qué sucedió? ¿Qué son todos esos rastros? ¿Lo del final es cierto? Se trata de un animal o una persona eso, no lo enfocaste bien cuando saliste corriendo, es un bicho horrible >>

 

Alarmada por el tono de voz de su prima en el mensaje quedo sentada en la cama y se puso a revisar cada mensaje para enterarse del motivo de la angustiosa preocupación de ella. Le había enviado el video sin revisarlo, no había querido pensar más en el asunto y no le parecía que Daniela hiciera tanto alboroto como si ella hubiese vivido la situación, ¿Qué le había llamado tanto la atención? Así que se dispuso a revisar el video con calma para ver si era que su grito había sido muy escandaloso como para darle tanta relevancia. Estaba concentrada en su apariencia y constató que definitivamente la cámara no la favorecía. Cuando hizo el cambio de la cámara quiso pausar el video, pensó que no era buen momento para volver a ver esas cosas, pero le pudo más la curiosidad, así que busco algo para morder por si le llegaban las ganas de gritar en caso de asustarse demasiado a pesar de que sabía muy bien que la esperaba,  la escena no era tan impactante. Las marcas parecían haber sido puestas intencionalmente, llegado el momento en el que sintió que la tocaban su grito la hizo brincar y casi soltar la camiseta que se había puesto en la boca para morder, la toma desordenada mostraba una parte de su cuerpo envuelta en una sombra, los movimientos fueron pasaron tan rápido que debió devolver para revisar de nuevo. Su prima se lo había dicho en los mensajes, había algo detrás de ella, no se lo había inventado. El video continuaba, cuando ella levantó el teléfono, la grabación en movimientos alarmados guardó otra toma a medida que ella se está alejando del lugar. En esa parte se logró ver algo más grande con maltrecha forma humana llena de lo que parecen ser plumas, de forma borrosa pero reconocible. Edna empieza pegar unos alaridos de muerte lanzando la camiseta que tenía en su boca, el teléfono salió por los aires para rebotar en el colchón. Abrió los ojos, había estado soñando. En ningún momento le había enviado el video a Daniela. Su miedo no le había permitido mirar el teléfono durante el resto de día. Al momento llegó Oscar amenazante en pose de karate levantando con su skate con una mano y una pequeña linterna en la otra apuntando a todos lados. Edna había soñado que se asustaba pero el grito que pegó la dejó sentada y de paso despertó a sus familiares, lloraba y no podía hablar. Al notar a su sobrina sentada en la cama llorando y temblando dejó todo y se le acercó para abrazarla, la abuela acudió llamándola a agritos, encendió a la luz mientras en la otra mano llevaba una escoba, se sentó a su lado para ayudar a calmarla. Se quedaron en su posición cada uno esperando a que la respiración de la muchacha volviera a la normalidad. Apenas pudo hablar les explico lo que había estado soñando. Oscar quedó extrañado al notar la coincidencia con respecto a la mala señal que realmente había sucedido, solo hasta esa hora se había restablecido.

 

– Ya entiendo porque no estaban saliendo los mensajes, tenía una cita on line que no pude cumplir – Dijo Oscar sin pensarlo.

 

Las dos lo atacaron con la mirada mientras el solo esperaba las reacciones. Le preguntaron a Edna que si podían ver el video, ella lo pensó unos instantes  y luego acepto mientras se recostó para taparse la cabeza con la almohada. La abuela y Oscar miraban atentos la pantalla del aparato, al llegar al momento del susto pegaron un brinco en sus lugares y después juntaron sus miradas buscando una respuesta. La abuela pidió explicaciones ya que no entendía como era que habían hecho ese video, pero lo que más la impactó fue que algo así sucediera a plena luz del día. Ellos le explicaron lo sucedido, manifestándole que no entendían nada y que no habían tocado el asunto durante el día porque, sabían que no era sano darle importancia. Edna se vio obligada a narrar la situación. Terminó diciendo que había decidido dejar el teléfono en el cuarto para no tener la tentación mirar esas cosas de nuevo. Le pidió a Oscar que eliminara ese video por completo. Para no tener algo tan espantoso. Cuando se iban a devolver a sus cuartos, Edna le pidió a su abuela que la dejara quedarse con ella, quería descansar y sabía que en su cuarto sola no lo iba a lograr debido a la zozobra que la había dejado alterada. Así terminaron de pasar la noche. En la mañana siguiente durante el desayuno Edna le hizo saber a su tío que deseaba hablar con el respecto a lo que había sucedido, apenas su abuela les diera el espacio. Él aceptó como si se tratara de un tema irrelevante.

A media mañana fueron enviados a comprar unos vivieres para la preparación del almuerzo y la cena. Aprovecharon para tocar el tema especialmente la relación del sueño que le había mostrado a Edna ese detalle que solo al revisarlo con calma pudo percatarse que su sueño había sido una revelación, las imágenes que no había querido volver a ver eran exactamente cono las había soñado. Antes de salir de la casa revisó su última conversación con su prima para ver si como en el sueño le había escrito algo que fuera de lo común. No encontró nada, diferente a sus charlas de chicas. Lo único que vio fue que llevaban dos días sin contarse nada y en verdad que ella necesitaba hablarle para manifestarle los angustiosos momentos que había vivido durante las últimas horas. La conversación con Oscar no llevó a nada nuevo, concluyeron que todo se resumía a un susto, ella hizo que su primo le prometiera no dejarla sola hasta que se le pasara por completo el impacto que le había dejado esa indeseable experiencia. Se sintió más calmada al regresar a la casa y agradecida con su tío por guardarse las bromas y entenderla. Al llegar a la casa la abuela los esperaba descompuesta en el umbral de la entrada. Ambos la miraron preocupados y llegaron a ella inquietos pensando que había pasado algo en la casa. Ella los recibió sin decir de inmediato que estaba ocurriendo. Buscaron donde ayudarla a que se sentara. Con sus ojos apagados y la mirada perdida les hablo.

– Daniela está desaparecida, desde antier viajó hasta acá no se sabe nada de su paradero -

SENTENCIA CANINA (Microrelato)

  Gruñía, sin apartar sus ojos negros del ladrón. A través de sus dientes el veneno brotaba espumoso, por esa razón íbamos de camino al ve...