Continuación de primer cuento Plumas Negras publicado en este Blog
https://rudyantoniosilva.blogspot.com/2020/07/plumas-negras.html
Podcast disponible en Youtube
https://www.youtube.com/watch?v=NS499UZu0XY
"Las plumas negras sin tregua siguen apoderándose de cuerpos jóvenes, te vas a enterar de los hechos, pero ten cuidado, ten mucho cuidado si no prestas la atención suficiente el próximo serás tú."
- Cuando vivías podía escuchar tus pasos -
- Cuando estás sola para no sentir miedo te aferras al sonido de las cosas resguardándote en su eco -
El extraño: Esa noche me uní a las almas errantes en aquel cerro bogotano, bajo la hechizante mirada de aquella figura femenina hermana de las tinieblas. Ahora vago por tierras apartadas de allí, persigo un doloroso rastro, que aquella arpía convertida en coruja me ha marcado y me tiene buscando la sepultura de un amarre. Es un camino tortuoso y extenso para ello debo hacerme a una compañía especial.
Desde que Deisy se había ennoviado Leila se quedaba en la casa de su tía Narda. Prefería estar acompañada, desde hacía un mes su amiga andaba apegada a su mejor opción. Además terminadas las clases las cosas habían cambiado sustancialmente, las amistades de esos años se habían resumido a algunos encuentros los fines de semana o a la visita esporádica de aquel que no tuviese mayor cosa que hacer, eso sumado a que Leila siempre debía ir acompañada para que la dejaran salir. Esas limitantes la habían hecho tomar la decisión de escoger la casa de la tía e involucrarse con las tareas de los primos luego de acabar sus clases de locución. Tenía una afición, consistente en cargar una grabadora en la que mantenía guardados muchos sonidos y voces que registraba continuamente, para usarlos cuando al fin lograra acceder al espacio para mostrarse en la emisora local, con aquellas historias que inventaba cada vez que se quedaba a solas en su casa. Esa tarde la ayuda a sus primos le había tomado más del tiempo requerido, además el abuelo había avisado tarde que no alcanzaba a pasar por ella, así que debió apresurar su salida para que no le anocheciera por el camino, llegar a su casa le tomaba más de media hora. Narda quiso acompañarla pero la detenían sus quehaceres. Leila le advirtió que no debía preocuparse porque no era la primera vez que se devolvía sola. Quedó en avisarle apenas llegara. Se fue siguiendo los sonidos reconocidos de cada lugar. Mientras recorría el camino pensaba en un personaje nuevo para su historia llamada Desenterrando Secretos. En ese momento se encontró con Pablo Daza. De todos los muchachos él fue quien mejor se comportó con ella. Se saludaron y hablaron de lo que cada uno hacía por esos días, hablaron sin extenderse porque a ella le faltaba camino y Pedro no tenía el tiempo de acompañarla, quedaron en que la visitaría el siguiente sábado sin falta. Con el agrado de habérselo encontrado continuó avanzando.
Llegando a la casona del
señor Hurtado, donde el ladrido de los perros que tiene siempre advierten cuando
alguien va pasando, supo que no le faltaba mucho. Atravesó la extensa entrada y
unos metros más adelante continuaba escuchado el alboroto de los perros, era
raro, nunca duraban tanto. Continuo sin prestar atención, le hubiera gustado grabarlos
pero ya no alcanzaba, la grabadora estaba en la maleta y no tenía buena carga
¿Qué se podría perder? Tenía buena cantidad de grabaciones hechas con esos
ladridos. Pero también tenía muy claro que ese tipo de sonidos estaban dados en
un tono especial, que era manifestado por tonalidades que interpretaban algo
diferente cada vez, por esa razón no le importaba repetirlos para identificar
la diferencia de uno con el otro y por eso sabía que seguían ladrando no porque
ella hubiese pasado, ya la conocían, era algo más inquietante, lo pensó por
unos instantes pero no se quiso sugestionar.
- La joven de los sonidos – Le
habló una voz desconocida que no sabía de donde estaba llegando.
– ¿Quién me habla?
– Respondió estremecida mientras buscaba algo característico en quien se le
había acercado, y accidentalmente con una de sus manos quedó tomándolo por su
hombro demasiado delgado y de una textura extraña, retirándola de inmediato.
- Ya no tengo que decir
donde estoy, tu mano sabe la respuesta –
- Es habitual que mis manos encuentren primero las cosas cuando no las escucho y
le advierto que allí adelante me esperan –
- Si he notado que le
prestas gran atención al sonido de las cosas –
- Y por lo mismo, le digo
que no reconozco su voz y menos ahora que sé que me ha estado espiando –
- Pero yo no lo hice con
intención, tú eres quién me buscó primero
–
- Me está usted confundiendo,
porque aunque lo quisiera no podría –
- Cuando he estado en el
río, en la casa de las iguanas y hasta en la cueva del soldado –
- Ninguno de esos lugares
existe por acá. Está usted confundiéndome, ni siquiera hemos cruzado palabra,
eso no lo olvidaría – Le habló alzando la voz, al tiempo que agilizaba su andar.
Buscó en sus recuerdos algo que le ayudara a reconocer esa voz de quien decía
supuestamente conocerla, pero no dejaba de ser enteramente nueva -
- ¿Cómo me vas a recordar si
nunca antes habíamos hablado? Tú tienes algo que no existe en otro lugar, no
reflejas tu miedo ¿A qué le tienes miedo?-
- Claro que ésta es la
primera vez que nos encontramos. Mis tenores no tiene por qué saberlos –
- Eres tú quien me ha hablado cuando juegas con los sonidos de
un lugar, los que atrapas en esa maquinita que llevas siempre – Le hablaba
mientras la seguía de cerca.
- A ver, para que me deje en
paz, como es que pude haberlo espiado y no reconocer nada en usted ahora -
El extraño le recordó una
mañana en la que ella estaba sentada en la orilla del río después de un fuerte
temporal, Atrapando en su máquina el golpeteo del agua contra las piedras, luego la acercaba al aire si
sentía pasar un ave o si el viento provocaba el choque entre las copas de los
árboles. Él estaba al lado de ella observándola, ella lo sintió y le hablo
llamándolo guardián de todo lo que allí se movía. Luego se le recostó al lado y
ella lo acarició, le volvió a hablar y grabo los sonidos que hacía. Él le
manifestó que se había quedado en silencio porque también había llegado hasta
ahí para escuchar y que no quería interrumpir lo que ella hacía tan
apasionadamente, además le confesó que su forma de escuchar se parecía mucho a
la de los animales porque sabe interpretar y entender muchas cosas que otros
como ella no.
- Si recuerdo ese día, pero
lo que pasó fue que a mi lado llegó un perro que tiritaba de frío, que además
estaba mojado y olía a tierra. Quise revisarlo pero apenas sintió la presencia
de mi abuelo que volvía por mí se asustó y se fue -
Leila revivió en su mente
ese día y notó que la textura de la piel del animal que tocó era igual a la del
extraño que ahora la seguía cuando tocó accidentalmente su hombro, tenía la
certeza pero no se lo iba a reconocer, el pánico que estaba sintiendo le
preocupaba más. No podía correr sabía que eso de nada iba a servir, estaba en
desventaja. Así que decidió seguirle la conversación para ver si lograba que la
dejara, o ganar tiempo para quedar más cerca de su casa y estando allí gritar
para llamar la atención.
- Recuerdo el frío del agua
y de las piedras. Los sonidos guardados los he reproducido muchas veces sobre
todo cuando trabajo en crear las historias que produzco. Todo eso llega a mi
mente, pero no era ese animal mojado el que me espiaba, ese me acompañó
mientras usted seguramente se hallaba escondido entre el ruido de las plantas o
trepado en algún árbol cercano. Eso de espiar no está bien –
- ¿Dices que te espío? Entonces
aquella tarde en la que me encontraba en la casa de las iguanas, cuando llegaste
acompañada y te dejaron sola. Encontraste un lugar donde sentarte y esperaste
hasta convertirte en un sonido más. Yo me acerqué en silencio para quedarme a
tu lado, no miraste hacía donde yo estaba pero si me sentiste llegar y me
volviste a tocar. Ese día te llevaste algo mío –
- De nuevo se equivoca,
recuerdo ese día, a ese lote donde crían iguanas he ido varias veces y esa tarde
de la que usted me habla además de las iguanas me acompañó uno de los pavos que
también guardan allí. Lo único extraño de ese animal es que no se inquietó con mi presencia y se quedó muy
tranquilo, como un invitado más al concierto de las señoras iguanas y los otros
animales que llegaron en ese momento. Ese día lo único que me llevé fue una
pluma de pavo que se quedó entre mis dedos al pasar mi mano sobre su lomo –
- ¿Segura que eso fue todo no
notaste algo más? –
- ¡Claro¡ Qué fácil es
decirlo, cuando uno está observando las acciones ajenas, ósea espiando, sí noté
que el pobre pavo olía a sangre y casi justo de donde se le desprendió la pluma
tenía una herida, al tocársela el ave se alejó, eso me llevé una pluma –
- Y mi sangre, por eso desde
ese día se dónde estás y cómo estás -
- Esta conversación no está bien,
tengo que pedirle que me deje seguir mi camino, se hace tarde y está por
anochecer -
- Señorita no pretendo
hacerte daño, permíteme seguirte acompañando, igual aunque no lo hallas notado
hace rato anocheció. Estoy aquí por tu compañía como la que con tus propios
sonidos das al lugar que llegas, en esos lugares en los que muchos dicen
encontrar el silencio tú le das vida a la simpleza. Yo estaba solo por allí y
me acompañé de ti, logrando entender que mi soledad se debía a no saber
escuchar -
- ¿Tan rápido anocheció? Pero
cómo no va a estar solo si se aparece de la nada para asustar a la gente indefensa
-
- No ando solo lo que pasa
es que a la gente no le gusta verme –
- Nadie mira bien las cosas
cuando lo han asustado. Y yo aunque pudiera llegar a verlo no cambiaría en nada
el desagrado de conocerlo por la manera en que me abordó –
- Lo físico para mí no
significa nada, yo leo miradas. En ti encuentro la paz -
- Sí, pues en mi mirada no puede
leerse nada –
- No es necesario leerla, a
alguien como tú se le mira completa –
- (responde con alegría) Bueno, estamos cerca
de mi casa, pero eso usted ya lo debe saber porque dice conocer todos mis
movimientos –
- No todos ¿Pero cómo sabes
que si llegaste a tu casa? –
- Por el olor a la hierba
buena del jardín –
- Ves, tus sentidos son los
que te hacen diferente, así como me pasa a mí, no veo de las personas lo que
llevan por fuera sino lo que los forma por dentro, así como lo haces tú, se te
nota –
- Por fin dice algo sensato,
pero que puede hacer uno cuando los ojos nunca han reconocido nada,
acostumbrarse a depender de sus otros sentidos. Eso me ha hecho saber que usted
no hace ningún sonido al caminar y tampoco huele a nada-
- Has demostrado muy bien
que no necesitas de tus ojos, eso yo también lo he hecho muchas veces –
- Me imagino, y acabo de entender que ve las cosas de
una manera extraña, anda por ahí perdido cualquiera puede confundirlo con un fantasma
–
- Señorita no estoy muerto,
pero tampoco estoy vivo -
- ¿Qué es usted? ¿Qué lo alimenta entonces? –
- Como carne y bebo sangre como la tuya –
- ¿Qué cosa es algo así como un
vampiro? –
- No, y tampoco sé que es
eso, soy tu solución y tu mi compañía, déjame acercar y lo sabrás –
- Ya ha estado demasiado
cerca, siento demasiado frío y eso no es normal –
- Te estaré esperando, donde estés nombra mi sangre y a ti llegaré, tienes mi recuerdo desde que tu mano me encontró. No me puedo ir y dejarte así lo quisiera porque no es mi decisión, búscame y a tus ojos les daré la claridad -
Sin decir más se desapareció, alguien salía desde la casa por ella. Leila quedo paralizada con esa respuesta. Al llegar hasta ahí sin que el extraño le hiciera nada, esperaba que se tratara simplemente de un vecino a quien ella no conocía que apareció para incomodarla. ¿Qué era entonces ese ser con esa extraña piel porque andaba detrás de ella? ¿Tanto había escuchado a la naturaleza que había despertado uno de sus seres oscuros e inanimados?
No bajes la guardia la historia continúa en Plumas Negras Capítulo III
Me encantó!!! Esperaré el capítulo 3 😃
ResponderEliminar!Cuidado, ten mucho cuidado! Gracias
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