Terminamos de jugar a las seis y cuarenta de
la tarde, en las canchas junto al parqueadero de la universidad Politécnico
Gran Colombiano por allá en los noventa. El camino de regreso a mi casa es un
sendero que aún existe, mi casa ya no. Como lo pude advertir la última vez que
pasé por allí, una vía árida y abandonada se forma por la ladera del cerro oriental atravesando mediante un puente artesanal la quebrada de las delicias, fabricado por los primeros
habitantes del lugar hace más de cuarenta años, en la cantera que allí existió en esa época. Por esos días pasar por ese lugar, después de que la oscuridad alentara
lo tenebroso en cada forma y sonido enfriaban el rastro de las buenas
intenciones. Además de eso estaba vigente el mito de la mujer de aspecto descuidado,
que hechizaba con la mirada preferiblemente a los hombres jóvenes. Las cosas no se quedaban ese momento. La dama oscura seguía al
sujeto hasta su casa y luego apenas llegara el momento de dormir usaba sus
sueños para quedarse con sus encantos y virtudes. Después de conocer el lugar
donde vivía su víctima la mujer no dejaba de asistir las siguientes siete
noches o hasta haberse quedado con todo. Llevándose del señalado sus mejores
intenciones, su buen humor al tiempo que le iba dejando unas dolorosas ulceras
en la piel que se iban aumentando a medida que pasaban los días, hasta culminar
en una enfermedad letal. Decían que esas heridas quedaban cada vez que ese ser
plantaba sus besos en la piel. Supe de los efectos que resultaban luego de esa
visita indeseada, gracias a mi vecino que también era mi primo. Por alguna
razón él también se había quedado jugando básquet hasta tarde y cuando pasó por
el lugar al que yo me estaba acercando tuvo el encuentro con esa figura
femenina hermana de las tinieblas, que al sentirlo lo ató con su mirada y lo
identificó como su víctima. A partir de ese momento las noches no fueron
iguales para William, con quien me encontré al tercer día después de su paso por el
puente de palos y extraviar su mirada en la oscuridad del follaje donde algo
fuera de lo común llamó su atención. Una actud que tuvo mi primo en la casa le
fue vital para cortar el avance de esa visita, que con el paso de los días le
iba dejando un helaje mortuorio alojado en el cuerpo convirtiéndolo en un ser cadavérico, que se olvidaría de valerse por sí mismo llenándolo de la tristeza y el
dolor presentes en el cuerpo de un difunto, él le contó lo
sucedido de aquella noche a todos en la casa. William era tres años mas joven y su carisma se destacaba por su alegre forma de actuar, ante lo que para
los otros parecía normal y eso lo mantiene entre nuestros recuerdos alegres.
Verlo por esos días me dejó sin palabras, no lo conocía era definitivamente otra
persona. Hablamos sobre las cosas que le estaban ocurriendo, de las que hablaba con su humor característico, le pregunte por el tipo de enfermedad que
estaba sufriendo porque era evidente que su salud había mermado notablemente. Me
contó que no sabía que era lo que lo afectaba, ya que venía teniendo unas pesadillas
que se repetían a diario y que habían empezado desde el domingo anterior. Al
cuarto día William no salió, se quedó encerrado mientras todos en la casa
empezaron a buscar las formas de identificar su mal, cuando estaban a punto de
llevárselo para un hospital en su camino se cruzó el vecino que sabía leer el
tabaco, quien al notar el aspecto de mi primo y especialmente las marcas en la
piel tuvo un susto de ultratumba. Les aconsejó no llevarlo ante un médico ya
que el tiempo sería perdido y la salud del muchacho no iba a mejorar con
medicamentos, para ser efectivos debían tratarlo siguiendo unos consejos que el
hombre les fue apuntando en el cuaderno de religión. Un velón mediano impuesto con
la oración a San Miguel Arcángel junto al papel blanco con el nombre completo
de mi primo, la ropa de dormir al revés, el baño de unas hiervas especiales antes
de acostarse y debajo de la cama un tanto más de las mimas puestas en cruz.
Esos eran todos los artilugios a los que habían acudido madre y abuela, para
pedir por el regreso de la alegría y los chistes ocurrentes y que la bruja lo
dejara en paz, la misma de la que él ya les había hablado pero que por andarse
con bromas a todo momento no le habían querido creer. De esa manera el experto
en hacernos reír había regresado.
Ese domingo cuando había llegado mi turno de
cruzar el puente de palo, eran algo así como las siete de la noche,
empecé mi regreso a casa por ese lugar en donde pasar a esa hora ya de por sí
era un riesgo, porque si hacías mucho ruido, los perros que por allí andaban sueltos estaban dispuestos
a recibirte con una mordida que no veías de donde llegaba, había que ser sigiloso. Ese hasta el domingo antes de lo sucedido a
mi primo era el temor principal, andarse con cuidado de los perros. Pero ya dada
la hora y sabiendo lo que les he venido contando. Caminar sin la predisposición
del miedo era inevitable ya que aun por estos días pasar por ese lugar a esa
hora es tenebroso porque a pesar de que al día de hoy el lugar tiene más casas
en los lugares que esa noche estaban completamente vacíos, esa vía nunca ha tenido
alumbrado público y sigue estando sin pavimentar. Tenía que lograr dos cosas. Primero
por nada del mundo podía correr o hacer algún ruido para no ser bocado de los
perros y segundo pero más importante no
mirar hacía el sendero que recorre el borde de la quebrada, en esa penumbra fue
donde mi primo se encontró con la mala fortuna de esa mirada atrayente que
devela tus instintos y secretos. Pero ponte en mis zapatos, un adolescente que
camina solo en la oscuridad, que sabe de una historia que pone a fluir la
adrenalina, con la respiración agitada a pesar de ir andando con lentitud. Durante
los primeros pasos mantuve el ritmo y la determinación pero al llegar al
séptimo, el movimiento de algo que agitó las ramas que se alcanzaban a ver desde
el rabillo de mi ojo desbordó de inmediato mi curiosidad. Detrás de unos
arbustos la figura de un animal tan negro que le daba a lo demás el aspecto de
una débil sombra. Me miraba inmóvil. Giré levemente mi cabeza para apenas
verle, sin hacer el mayor ruido, no podía ubicar bien sus ojos pero sabía que
los tenía puestos sobre mí, sentía su forma y su frío envolver todo mi cuerpo.
Era un ser majestuoso al que el viento le desacomodaba su plumaje. Dejó notar
que no tenía intenciones de querer atacarme. Su virtud superaba la impaciencia
de los perros. Pero era claro que ya me tenía entre sus fauces, me saboreaba
mientras sentía un doloroso frío que se fue acomodando entre la espalda y el pecho. En
ese instante mi ser empezó a dejar de pertenecer-me, sentí el peso del tiempo,
el yugo de la soledad que cala sobre quien ha sido olvidado y un desprecio por
mi vida y mis allegados que me tenían fuera de sitio, un extranjero que llegó a
sus vidas y que no debía haberse quedado. En resumen supe que nunca debí haber
nacido, que mi presencia hería a los demás, que debía dejar de vivir en ese
lugar y montarme sobre esa ave para surcar la noche y acompañarnos juntos, allí
donde estaba el lugar destinado para hacernos compañía sin esperar el
entendimiento de aquellos otros que solo desprecian nuestra presencia. Ella
tenía razón y para comprobarlo todo me mostró lo que había sucedido cuando en
ese lugar estuvo mi primo, él a diferencia de mí apenas supo sus secretos se le
burló, la miró con desprecio y le deseo mala suerte. Por eso lo siguió hasta su casa
y le dejó ese beso que le había arrancado a un cadáver.
- Yo no quiero el beso de un muerto - Le dije.
Ella me manifestó que ese castigo no era para seres como yo, por eso la misión decretada en mi caso fue la seducir las almas de las jóvenes atraídas por mi belleza todavía intacta. Así ha venido sucediendo como de costumbre en las noches, existo entre la maleza haciendo alarde del embrujo que poseído por la belleza, esa que se acomoda en el deseo desbordado sin tregua durante la juventud. Lo será todavía cuando a mi rostro le llegue el momento de tomar el aspecto de lechuza demacrada y mal alimentada, y mi cuerpo se llene por completo de plumas negras junto con las esqueléticas alas que la soledad y el abandono me harán emanar por la espalda. Seguiré alzándome en libre vuelo al calor que aquellas mujeres jóvenes que vendrán para someterse a nadar desnudas entre el empalagoso sabor de mi sangre yerta.
!Gracias por tu visita¡
Por petición de los lectores esta historia tiene continuación ... Aquí:
https://rudyantoniosilva.blogspot.com/2020/08/plumas-negras-capitulo-ii.html
Interesante relato y mezcla de palabras comunes como poeticas hacen un buen contraste. ¡Muchos exitos! Y que continues escribiendo.
ResponderEliminarGracias por tomarte el tiempo leer y de encontrarme dentro en esta historia. así será
EliminarMuy bueno! La historia te mantiene atento y el final... Uff
ResponderEliminarGracias al fin!
EliminarGenial. La historia atrapa y quieres saber el final, no puedes dejar de leer. Muy bueno
ResponderEliminarGracias por tu visita, regresa en una semana.
EliminarQue buen relato pues es traer un recuerdo de lo vivido y conocido a un relato bohemio y mítico animo
ResponderEliminarSi señor quedaron muchas historias para seguir contando acerca de ese bello lugar, gracias por pasarte por aquí ala chato.
EliminarAl leerlo, me trajo las historias y cuentos de mi abuelo que de niño me arraba en las noches en las fincaas cafeteras.Nunca se faltaba ala cita de las historias.Cómo olvidar el miedo qie nos infundia todos esos misterios,lunas llenas,carcajadas de resplandores que parecian mujers en pena,sombras dentadas,olores azufrosos y ambientada con la luz de una vela siempte amenazado que se apagaba.A eso me ha llevado ésta historia RUDY.Me hiciste volver a los vericuetos insonables de los los miterios en mi infancia .Gracias por haberme heho niño recordar esa magia
ResponderEliminarLas historias de los abuelos son las mejores, gracias Humberto por apreciarla y me alegra haber causado ese efecto despertador de las memorias en esas maravillosas noches.
EliminarMe encantó!!!! Cuándo subes la segunda parte??
ResponderEliminarCuando cruces el puente. dos partes te seguirán jejejeje!! Gracias por tu visita.
ResponderEliminarDespués de leer tu historia pregunto ¿quién dice que la fantasía no es real?
ResponderEliminarMe gusta!!!
Y continúa!
ResponderEliminarEspectacular. Felicitaciones.
ResponderEliminarMuchas gracias :),
EliminarQue buen cuento... Lo deja a uno pegado de principio a fin, no queda mas sino leer la segunda parte... 👍👍👍
ResponderEliminarAgradezco su visita Inge, como le conté, basada en una experiencia real, adornada con tintes literarios.
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