viernes, 18 de septiembre de 2020

SU IRA (MICRORELATO)

 



Al cielo su mirada clamando por ayuda al viento, al fuego y la tierra. Sin entender por qué sus hermanos se habían infundado en ese fanatismo invidente. Imponiéndole juicios y malversando su esencia. Vieron lo que quisieron y hablaron de lo conveniente. Pudo haber convertido los mares en vino, brandi o wiski. Levantar a todos sus muertos e incluso hacer brotar fruto de los troncos secos. No quería fanáticos. Necesitaba urgente su amor, el mismo que por ellos guardaba y ahora brotaba por la herida de su costado izquierdo. Quiso entenderlos pero no le fue posible a pesar de sus semejanzas. Al cielo su mirada en suplicas para que no los dejara convertirse en su propio cáncer, su ilimitada sabiduría en una epifanía le confesó que no estaba en sus manos salvar a quienes constantemente regurgitan sus propios conceptos. << Llegó a pensar en pedir ayuda directamente a él ¿Padre por qué me has abandonado? no valía la pena, ya se les había hecho demasiado tarde a sus hermanos.>> 

Al cielo su mirada delirante le advirtió el estremecimiento de todo. Desde el cielo los relámpagos irrumpían en precipitaciones kamikazes chocando contra el suelo en magnificas explosiones. La tierra desacomodada en sus terremotos abrió sus fauces engulléndose a todos en una escandalosa gula. El agua en todas sus presentaciones en un ácido vinagroso se convirtió.

Desde el cielo la mirada iracunda del padre en vientos huracanados orquestaba su juicio, al notar la ofrenda en la que le era entregado su primogénito expuesto como carnada, el segundo de los tres clavados cada uno a dos varas en cruz. En nombre de quienes invocaron su clemencia les daría una segunda oportunidad. Reiniciándolo todo.

sábado, 12 de septiembre de 2020

Augurio Pandémico

 





El teléfono sonó provocando que me incorporara estrepitosamente. Levante el auricular. Lo había dejado junto a la cama porque estaba esperando la llamada de Norma, teníamos plan. Era seguro que si me llamaba a esa hora (Las siete y treinta) era para cancelarme, no le gustaba salir de noche y la verdad es que yo me había quedado dormido porque el día había estado ajetreado en el trabajo, así que si ella decidía no salir para mí significaba una buena noticia, podía seguir durmiendo, no me importaba quedarme vestido y perfumado en mi cama. Tampoco era la primera vez que ella decidía rechazar la oferta. Por el contrario si llegaba a no estar listo solía llamarme justo cuando ya estaba por salir de su casa, sin darme el tiempo para poder estar preparado del todo, vivíamos muy cerca y como en su casa no me querían, ella era quien llegaba hasta mi casa para evitar las malas miradas de todos. Al contestar la llamada esperé su respuesta pero nadie habló, yo por el contrario si le hable preguntándole si estaba lista pero lo único que logré escuchar fue el sonido de la respiración de quien se encontraba al otro lado, lo hacía con calma como si pudiera verme. Entonces lo que hice fue hacerle una broma de las que siempre le suelto cuando me trata con seriedad. Lo único que logré con mi charla fue que terminara la llamada. Esperé por un momento a que me volviera a marcar. No pasó nada, entonces decidí llamarla. Era un riesgo, habíamos acordado que ella era quien llamara siempre. Las veces que lo hice me la negaban o me dejaban esperando hasta que me cansara, especialmente el cabrón de su primo que se la pasa ahí metido como un mueble más de esa casa. Para mí que retoñó de un mojón que alguno de ellos dejó al olvidar descargar la cisterna, porque no se le conocía familia. Apenas estaba levantando el auricular, cuando el sonido interrumpido del timbre anunció que llamaban de nuevo. La saludé jocosamente, dándole a entender que me causaba gracia su broma. La acción anterior se repitió, no habló. La respiración que llegaba tenía mayor agitación que  la primera llamada , sin revelar otro sonido diferente. El tono acosador que tenía había dejado de ser agradable. Ahora me causaba angustia, me preocupaba que algo le estuviese pasando, así que decidí pedirle que sin hablarme me diera una señal si era que en su casa estaba ocurriendo algo insano que no le permitiera hablar con claridad. No hubo ninguna señal. Los sonidos de fondo tampoco eran conocidos. Parecía ser que quien estaba al otro lado, si no era ella, estaba queriéndome decir algo. En el preciso instante en el que iban a pronunciar palabra la llamada fue cortada. Quede con los nervios alterados, así que de inmediato telefonee a la casa de Norma. Escuchaba un eco luego de que repiqueteaba el timbre. Esperé hasta que la conexión se perdió quedándome con el tintineo continuo que anunciaba que la llamada se había perdido. En un solo impulso me levante de la cama y me fui cazando las botas. Tomé mis llaves y me encaminé a salir del cuarto, pero. Antes de llegar a la puerta el teléfono empezó a sonar de nuevo. Me di la vuelta mirándolo incrédulo. Avancé temeroso de encontrarme con el tono de alguna voz desconocida que me hablara amenazante. Apenas llegué al teléfono dudé en responder. Tomé aire y lo levante con calma, sentía como alguien desde otro plano accionara un botón de cámara lenta, ya que todos mis movimientos tenían una parsimonia agobiante. Cuando al fin tuve la bocina en mi oído, el ritmo de las cosas entró en turbulencia, un chillido agudo brotaba del teléfono, la voz que por este llegaba tenía tono de llanto mientras repetía una frase continuamente, en un idioma que no logré entender inicialmente. Resultó que la voz estaba repitiendo el mensaje en diferentes lenguas. El primero pareció ser árabe y luego otros más que no pude identificar. Hasta que llegó al francés, luego al inglés con el que me quedé tratando de traducir lo que decía pero lo pronunció tan rápido que no alcance. Cuando al fin llegó al español, el mensaje fue claro a pesar de la rapidez y del esfuerzo por disimular el llanto. Era la voz de un hombre joven.

– Ya estás contagiado – En un español que no pertenecía ningún gentilicio colombiano.

No me quedé a esperar a que continuara, repitiendo el mensaje. Definitivamente era una broma de mal gusto. Alguien jugaba con una grabación, intenté colgar la llamada pero debía esperar a que del otro lado lo hicieran. Sin pensarlo más, levanté el teléfono recogiendo el cable y colgué, dejándolo en la mesa donde siempre permanece. En mi impulso anterior olvidé ponerme una chaqueta. Busqué aquella que tenía pensado usar. Tome todas las cosas necesarias y me dispuse a salir para dirigirme a la casa de Norma, tenía la inquietud de saber por qué nadie, en especial ella había contestado. Total debía ser la única que se encontraba allí en ese momento, los demás se habían ido de viaje y ella se había negado a ir ( A no ser que se hubieran arrepentido no estaría sola ). Caminé por la calle que lleva a su casa, no era tarde, al mirar el reloj noté que eran las ocho de la noche. Extrañamente no pasaban ni personas ni carros. Lo que sí noté fue a mucha gente de pie asomada desde sus ventanas mirándome como a un bicho extraño. Y hasta un hombre muy mayor me gritó.

- ¿Qué hace por la calle? Corra y resguárdese en su casa ¿Acaso está loco? – No le presté atención, por su edad seguramente no era consciente de la realidad actual.

Cuando me encontraba cerca de la casa de Norma, un mareo terrible empezó a revolver mis entrañas. Mi visión empezó a percibir una inadecuada nubosidad sobre todas las cosas. La cabeza empezó a darme tumbos, cuando había llegado frente a la entrada mi cuerpo perdió todas sus fuerzas. Me desplomé notando que no habían luces encendidas en su casa y junto a mí tres cuerpos más yacían en el suelo.

En el techo una luz blanca, fue lo primero que vi apenas recobré el sentido. Estaba en una camilla que había sido inclinada dejándome medio sentado, tenía un respirador y los catéteres insertados en mis venas. Alrededor lo que parecía ser un cristal reemplazaba las posibles paredes. Del otro lado mis papas metidos en unos trajes de astronautas que apenas les dejaban notar sus caras me miraban como si acabara de salir de mi propio parto. Los miré lleno de preguntas en mi cabeza pero se me ocurrió una urgente antes de indagarles por la razón de mi aislamiento clínico.

– ¿Saben algo de Norma? – Mi mamá juntó sus manos frente al visor de su casco dejando brotar de sus ojos un llanto incontrolable al tiempo que movía la cabeza en señal de negación. Su casco se empañó tan pronto como mis ojos se llenaron de lágrimas.

viernes, 4 de septiembre de 2020

¿Cómo decirte?



Le gustaba que lo llamaran Charlie, por Charlie Brown el de la tira cómica. Así fue siempre. Es mi papá, pero nunca le gustó que lo llamara así. Muchas personas de su edad me consideraban una malcriada por tratarlo como a una persona de mi generación, o como hermanos porque así me trataba él, recién empecé a tener amigos también muchos me consideraron un bicho raro. Pero en verdad que los raros eran ellos para mi, cuando notaba que no tenían la confianza  suficiente con sus Charlies. Muchos los trataban con indiferencia y otros hasta sentían que los odiaban, nunca pude entender sus argumentos. Yo a mi Charlie no podría odiarlo así quisiera, él ha sido mi adulto. No puedo decir que en nuestra relación las cosas fueran perfectas, claro la diferencia de edad marcaba puntos de vista muy apartados, aceptamos el ritmo personal y los sus gustos de cada uno. Con acuerdos hicimos las cosas llevaderas, establecimos puntos intermedios entre nuestras diferencias para sentirnos cómodos. Respetando los espacios y los momentos, así se pasaron nuestros días, y de esa manera ocurrió que llegado el momento de enterarme por qué era que Charlie me trataba como si no fuera mi progenitor sino que un adulto especial. El y mi mamá Nubia que tampoco fue la mujer que me engendró. Ellos me adoptaron y me salvaron de una vida muy diferente a la que me dieron, otra a expensas de la dejadez según me enteré luego. Mamá Nubia y Charlie tenían la misma edad. A ella si le gustaba que la llamara mamá aunque la verdad a ella si llegué a tratarla como a una hermana mayor. Ambos me llevan quince años. Mamá Nubia murió hace dos. Claro sufrimos mucho con Charlie y por esos días tuve que asumir el rol de adulta, estuvo muy afligido y tuvo comportamientos de niño pequeño. Nunca se imaginó sus días sin mamá Nubia, por supuesto que yo tampoco pero alguien tenía que poner los pies sobre la tierra y como  la que le aprendió eso a mama Nubia fui yo, me dediqué por los días en que él estuvo perdido a ser la ama de casa de los dos. Dejé de asistir  a mis clases por esos días. Charlie se dedicó a escribirle notas a mamá Nubia todos los días, de esa manera volvió a recuperar la razón mi amoroso Charlie. Mamá Nubia murió de una enfermedad degenerativa. Al saber que sus días a nuestro lado iban a ser pocos decidieron que debían contarme la razón de mi llegada a su vida.

Recién se fueron a vivir juntos, tenían el plan que toda pareja se propone y es el de tener un hijo. Pero debido a la misma enfermedad que le quitó la vida mamá Nubia no tenía la salud en su útero para engendrar, así que se pusieron en la tarea de buscar la adopción. Hicieron todo lo correspondiente, para que partir de ese momento nuestras vidas coincidieran y juntamos por la vía legal como una familia. De esa manera me hicieron saber la razón de mis ojos claros, y de mis cejas pobladas que en nada tenían que ver con las facciones de ninguno de los dos. Yo soy hija de otra mujer y otro hombre que ni siquiera ellos llegaron a conocer.

Como me criaron con independencia, Charlie había decidido que quería retomar su trabajo de fotografía de especies animales para una revista, ese trabajo que había dejado de lado al momento de casarse. Así que con la partida de mama Nubia había decidido volverse a su antigua pasión. Por esa razón apenas llegué a la mayoría de edad  retomó su labor, volvió a contactarse con quienes trabajó y se fue otra vez por el mundo a cazar con su lente la vida de animales salvajes y paisajes exóticos. Me dejó instalada con las condiciones adecuadas y bajo la supervisión de Eduardo su hermano, con quien me encuentro una vez a la semana para que me suministre las cosas que necesito y le pague a la señora Lilia quién viene a la casa a encargarse de los oficios y de mi alimentación. Antes de que Charlie emprendiera su viaje le pedí que me ayudara a buscar en ese lugar en el que me habían adoptado, La información que me pudiera llevar a conocer la identidad de mis padres genéticos. Llegamos al lugar, en el que una mujer mayor que según nos dijo estaba cerca de jubilarse, nos atendió y se quedó con nuestros datos para pedir que fueran investigados los archivos de los días en los que yo había sido llevada a ese lugar. Casi un mes después, cuando Charlie se encontraba alistando maletas. Una carta firmada por la mujer en la que nos explicaba que no existía el archivo, debido a que en la sede donde habían sido guardados los documentos se había originado un incendio acabando con todo lo que allí permanecía guardado. Quedé muy afligida, tenía una enorme ilusión de poder tener noticias de mis progenitores. Charlie que siempre me ha entendido muy bien, compartió mi aflicción sin decir nada, acompañándome muy de cerca y haciendo cuanto se le venía a la mente para ocupar mi atención. Le llegó el momento de viajar y empezar su labor. Quedamos que al primer momento que pudiera me enviaría los pasajes para que llegara hasta donde el estuviese trabajando, a quedarme unos días haciéndonos compañía en esas tierras del océano pacífico a las que se dirigía.

Pasó casi otro mes después de su partida, cuando recibí una llamada de la mujer de la casa de adopciones. El lugar mantiene convenio con el Bienestar familiar. La mujer me dio una cita para que acudiera a su oficina, manifestándome que existía una posibilidad de tal vez tener conocimiento de quien podía ser uno de mis padres. Sin compartir la información con nadie acudí a la cita, la mujer me atendió en un rincón lleno de documentos, me informó que le quedaban dos semanas para jubilarse, mi caso le quedó sonando, por esa razón una inquietud no la dejó abandonarlo del todo. Resultó que los archivos de mi caso no se quemaron con el resto porque habían sido dejados con otro tanto, en una oficina del Bienestar familiar por cuestiones de espacio ya que no cupieron en el primer lugar en que habían sido almacenados. Así fue como me pudo mostrar las circunstancias de mi llegada a la casa de adopción. Era una bebe menor de un año. En el registro solo estaba la información de la madre. Había sido separada de ella por las circunstancias que rodeaban su vida, no era apta para criarme y mucho menos mantenerme. Su integridad mental y la dejadez en que vivía no eran las adecuadas para hacerse cargo de otra vida. No había un nombre claro, ni una dirección o el dato de algún familiar solo un apodo Filomena. En una nota escrita por quien siguió el caso decía. <<Los que la conocen la llaman Filomena, según versión popular ese era el nombre de una muñeca que la acompañaba y ella manifestaba ser la representación humana del juguete. Mujer habitante de calle de rasgos mestizos con una edad que supera los veinticinco años>> Deje el lugar con un mar de dudas, y una cantidad de visiones con mujeres que circundaban las calles y que se asemejaban ala corta descripción del reporte. Me fui del lugar desairada sin un ápice de alegría que me permitiera mantener una ilusión al respecto. Por lo menos me llevé un nombre, que no era el suyo verdadero pero la ganancia fue que tenía uno para llamar a esa madre imaginaria y al menos pensarla de esa manera. Apenas pude hablar con Charlie del asunto le conté y en ese momento lloré, no sé si de alegría o desilusión. Él me dio la buena noticia de que ya podía hacer mi primer viaje para pasar unos días fuera de Colombia y despejar mi mente sobre el asunto de mis progenitores. Viajé a nueva Guinea. Al pasar dos semanas con Charlie mi ánimo regresó y también mi decisión de enfocar mi carrera en la fotografía. De regreso continué con mi vida, me estaba convirtiendo en una ingrata. Me habían sido dados un par de padres geniales que muchos desearían, debía estar agradecida con el mundo por quienes me procrearon pero más por ese par de seres hermosos que me mostraron la vida.

Un día ocurrió lo que no me esperaba, caminando por las calles del centro cerca de la Biblioteca Luis Ángel Arango me crucé con una mujer que llamó mucho mi atención, su cabello empezaba a teñirse de canas. No era vieja pero tampoco joven. Lo que me atrajo de todo fue su nombre, un hombre iba con ella que tenía el aspecto desordenado y ropaje ajado, halaba un carro hechizo en el que llevaban reciclaje. El hombre llevaba su vehículo tirando de un lazo, mientras la mujer lo seguía empujándolo por detrás. Yo no iba muy atenta de su asunto. Solo hasta que el hombre la llamó por su nombre mi vida quedó detenida – Ayúdeme aquí Filomena - desde ese momento puse toda mi atención y solo pensé en seguirlos. Caminaron muchas calles, no tuve en cuenta el número ni las direcciones, mientras iba conservando la distancia pensaba como podía abordarlos sin que pareciera extraño, ni mostrarme demasiado interesada. Simplemente los seguía, al tiempo que iba pensando en un tema para poder hablarles, especialmente, claro a ella. Recordé que en el archivo decía que la mujer era una habitante de calle. Quien redactó el reporte escribió que a Filomena se le ofreció la ayuda para ella y la bebe. Le dieron las comodidades que necesitaba. Ella manifestó no querer quedarse en el lugar. <<Una mañana la mujer bajo los efectos de alucinógenos, se quedó dormida al lado de la niña mientras esta lloraba inconteniblemente. La bebe fue apartada por las enfermeras y llevada para ser alimentada y aseada. Durante ese tiempo la mujer despertó gritando mientras buscaba  a la niña, lloraba mientras agredía al personal presente quienes trataban de explicarle donde la tenían. Pero la mujer no escuchaba, presentaba un ataque de pánico, que no le daba conciencia a la razón. Dejó el lugar para no regresar. Tampoco se le volvió a ver por los alrededores >> todos esos recuerdos me hicieron aflorar lágrimas de nuevo.

Continué de cerca sin acércameles demasiado, en la mayoría de ocasiones busque un lugar en el cual entrar y simular estar mirando algo, o entré a tiendas para comprar lo primero que se hubiera y darles espacio. Era la primera vez en mi vida que espiaba a alguien. Al poco rato se detuvieron en un parque donde había otras personas como ellos, a comer algo que llevaban entre unos paquetes amarrados al costado de su carro. Yo me quedé al lado de un puesto ambulante, frente a ella que permanecía sentada en el andén, hice lo mismo mientras miraba alrededor, sin quitarle la vista del todo, tratando de no asediarla. En un momento en el que hablaba con el hombre, los observé sin mesura aprovechando que se miraban mutuamente. Se notaba que conocían bien la calle. Por un momento ella dirigió sus ojos hacía donde me encontraba, en serio que llegué a creer que me había estado mirando también, por  esa razón cambie la atención de mi mirada hacía otro punto, pero al descubrir que sus ojos no se encontraban en la misma realidad de la mía, me dedique a embargar su cuerpo detalladamente, de esa manera analicé todos sus gestos y sus manías corporales. Hasta que por fin encontré una similitud con mis movimientos y eso me hizo muy feliz. Ella podría ser mi mamá (No me hice ilusiones, respiré profundo, solo era una posibilidad)  pero no en ese momento, años atrás. Cuando aún yo no era consciente siquiera de mi existencia. Ella seguramente no concebía la idea real que implicaba el oficio de cuidar a otro ser que no fuese ella misma. No estábamos buscándonos no sabíamos de la existencia de cada una. Pero la vida si y el tiempo estaba guardándome ese instante, para mi conciencia y mi necesidad de saber de dónde provenía. Me había llevado hasta ese lugar lleno de personas que viven de la calle, donde cada día se basa en la importancia de poder llegar siquiera al siguiente.

Como se lo diría, no iba a ser fácil, no implicaba usar la razón, sino la imaginación. Por varios días lo había estado pensando hasta que una mañana, me sugirió un pensamiento que me advertía que no me le debía presentarme como su hija si la llegaba a encontrar, en el reporte decía que mentalmente no tenía lucidez. Lo mejor era hacerme su amiga, a pesar de nuestra diferencia de edad. Con el objetivo de que me confesara que andaba por años buscando a la bebe que le fue robada y por la cual tiene constantes ataques que pánico y llanto desesperado. Yo le contaría que a mi también me habían robado casualmente a mi madre, para de esa manera plantearle la búsqueda de la de cada una y que mientras las encontrábamos, por qué no ella me diera el amor que tenía para su hija y yo, ese que guardo para la madre que en algún lugar camina ausente lejos de mí sin saber que existo todavía, que crecí y ya no sigo siendo la bebe que recuerda a su lado. Mi intención sería lograr despertar su esperanza y ayudarle a que deje los fantasmas que desde ese día no la han dejado descansar. Le haré entender mi felicidad de haber encontrado a quien llamar madre, así ella no reconozca este cuerpo que dentro suyo se llenó con la misma sangre que surca sus venas, y que sin importar que la leche de su teta no me haya alimentado. Existe amor en mí, tanto como para hacer que se sienta amada por los años que le quedan de vida. A esa mujer de cejas pobladas, cabellos desordenados y ojos claros, decolorados por los años que han visto pasar tantas calles como llantos. Me hubiera gustado haber llevado mi cámara para tomarle una foto. Capturé el instante en mi alma. Ella no llegaría a entender que tenía en frente a la hija que perdió y que la había seguido al encontrarla. Una idea genial me había llegado al pensar en la cámara. Le diría que por trabajo de la universidad necesitaba entrevistar a una persona como ella, así de paso podré documentar los pasos que pueda llegar a recordar y contarme hasta ese día. Quizá hasta pueda recordar su nombre para poder llamarla así además de mamá.

Así hice, me acerqué a ella con el pretexto de que se trataba de un trabajo de la universidad. Aproveché cada momento a su lado, reconocí en su mirada del amor de esa hija que perdió sin saberlo en su momento, tan real y vigente en su propia realidad que demostraba la verdad entera de sus sentimientos. Sentí su vida, sus dichas y sus desdichas, viví sin que llegara a notar su día a día, como mío. Esa sería mi vida si no me hubiesen apartado de su lado, y muy seguramente habría sentido que esa no era la que merecía. Mis papas adoptivos fueron el regalo que la vida me había guardado. Mi mamá de sangre Filomena, era el regalo de la vida, ese que me mostraba mi origen, mi llegada al mundo. Como pocos tuve la posibilidad de saber y reconocer mi origen, mi casta.


SENTENCIA CANINA (Microrelato)

  Gruñía, sin apartar sus ojos negros del ladrón. A través de sus dientes el veneno brotaba espumoso, por esa razón íbamos de camino al ve...