Le gustaba que lo llamaran
Charlie, por Charlie Brown el de la tira cómica. Así fue siempre. Es mi papá,
pero nunca le gustó que lo llamara así. Muchas personas de su edad me consideraban
una malcriada por tratarlo como a una persona de mi generación, o como hermanos
porque así me trataba él, recién empecé a tener amigos también muchos me consideraron
un bicho raro. Pero en verdad que los raros eran ellos para mi, cuando notaba
que no tenían la confianza suficiente
con sus Charlies. Muchos los trataban con indiferencia y otros hasta sentían
que los odiaban, nunca pude entender sus argumentos. Yo a mi Charlie no podría
odiarlo así quisiera, él ha sido mi adulto. No puedo decir que en nuestra
relación las cosas fueran perfectas, claro la diferencia de edad marcaba puntos
de vista muy apartados, aceptamos el ritmo personal y los sus gustos de cada
uno. Con acuerdos hicimos las cosas llevaderas, establecimos puntos intermedios
entre nuestras diferencias para sentirnos cómodos. Respetando los espacios y
los momentos, así se pasaron nuestros días, y de esa manera ocurrió que llegado
el momento de enterarme por qué era que Charlie me trataba como si no fuera mi
progenitor sino que un adulto especial. El y mi mamá Nubia que tampoco fue la
mujer que me engendró. Ellos me adoptaron y me salvaron de una vida muy
diferente a la que me dieron, otra a expensas de la dejadez según me enteré
luego. Mamá Nubia y Charlie tenían la misma edad. A ella si le gustaba que la
llamara mamá aunque la verdad a ella si llegué a tratarla como a una hermana
mayor. Ambos me llevan quince años. Mamá Nubia murió hace dos. Claro sufrimos
mucho con Charlie y por esos días tuve que asumir el rol de adulta, estuvo muy
afligido y tuvo comportamientos de niño pequeño. Nunca se imaginó sus días sin
mamá Nubia, por supuesto que yo tampoco pero alguien tenía que poner los pies
sobre la tierra y como la que le
aprendió eso a mama Nubia fui yo, me dediqué por los días en que él estuvo
perdido a ser la ama de casa de los dos. Dejé de asistir a mis clases por esos días. Charlie se dedicó
a escribirle notas a mamá Nubia todos los días, de esa manera volvió a
recuperar la razón mi amoroso Charlie. Mamá Nubia murió de una enfermedad
degenerativa. Al saber que sus días a nuestro lado iban a ser pocos decidieron
que debían contarme la razón de mi llegada a su vida.
Recién se fueron a vivir
juntos, tenían el plan que toda pareja se propone y es el de tener un hijo.
Pero debido a la misma enfermedad que le quitó la vida mamá Nubia no tenía la
salud en su útero para engendrar, así que se pusieron en la tarea de buscar la adopción.
Hicieron todo lo correspondiente, para que partir de ese momento nuestras vidas
coincidieran y juntamos por la vía legal como una familia. De esa manera me
hicieron saber la razón de mis ojos claros, y de mis cejas pobladas que en nada
tenían que ver con las facciones de ninguno de los dos. Yo soy hija de otra
mujer y otro hombre que ni siquiera ellos llegaron a conocer.
Como me criaron con
independencia, Charlie había decidido que quería retomar su trabajo de
fotografía de especies animales para una revista, ese trabajo que había dejado
de lado al momento de casarse. Así que con la partida de mama Nubia había
decidido volverse a su antigua pasión. Por esa razón apenas llegué a la mayoría
de edad retomó su labor, volvió a
contactarse con quienes trabajó y se fue otra vez por el mundo a cazar con su
lente la vida de animales salvajes y paisajes exóticos. Me dejó instalada con
las condiciones adecuadas y bajo la supervisión de Eduardo su hermano, con
quien me encuentro una vez a la semana para que me suministre las cosas que
necesito y le pague a la señora Lilia quién viene a la casa a encargarse de los
oficios y de mi alimentación. Antes de que Charlie emprendiera su viaje le pedí
que me ayudara a buscar en ese lugar en el que me habían adoptado, La
información que me pudiera llevar a conocer la identidad de mis padres
genéticos. Llegamos al lugar, en el que una mujer mayor que según nos dijo
estaba cerca de jubilarse, nos atendió y se quedó con nuestros datos para pedir
que fueran investigados los archivos de los días en los que yo había sido
llevada a ese lugar. Casi un mes después, cuando Charlie se encontraba
alistando maletas. Una carta firmada por la mujer en la que nos explicaba que
no existía el archivo, debido a que en la sede donde habían sido guardados los
documentos se había originado un incendio acabando con todo lo que allí
permanecía guardado. Quedé muy afligida, tenía una enorme ilusión de poder
tener noticias de mis progenitores. Charlie que siempre me ha entendido muy
bien, compartió mi aflicción sin decir nada, acompañándome muy de cerca y
haciendo cuanto se le venía a la mente para ocupar mi atención. Le llegó el
momento de viajar y empezar su labor. Quedamos que al primer momento que
pudiera me enviaría los pasajes para que llegara hasta donde el estuviese
trabajando, a quedarme unos días haciéndonos compañía en esas tierras del
océano pacífico a las que se dirigía.
Pasó casi otro mes después
de su partida, cuando recibí una llamada de la mujer de la casa de adopciones.
El lugar mantiene convenio con el Bienestar familiar. La mujer me dio una cita
para que acudiera a su oficina, manifestándome que existía una posibilidad de
tal vez tener conocimiento de quien podía ser uno de mis padres. Sin compartir
la información con nadie acudí a la cita, la mujer me atendió en un rincón
lleno de documentos, me informó que le quedaban dos semanas para jubilarse, mi
caso le quedó sonando, por esa razón una inquietud no la dejó abandonarlo del
todo. Resultó que los archivos de mi caso no se quemaron con el resto porque
habían sido dejados con otro tanto, en una oficina del Bienestar familiar por
cuestiones de espacio ya que no cupieron en el primer lugar en que habían sido
almacenados. Así fue como me pudo mostrar las circunstancias de mi llegada a la
casa de adopción. Era una bebe menor de un año. En el registro solo estaba la
información de la madre. Había sido separada de ella por las circunstancias que
rodeaban su vida, no era apta para criarme y mucho menos mantenerme. Su
integridad mental y la dejadez en que vivía no eran las adecuadas para hacerse
cargo de otra vida. No había un nombre claro, ni una dirección o el dato de
algún familiar solo un apodo Filomena. En una nota escrita por quien siguió el
caso decía. <<Los
que la conocen la llaman Filomena, según versión popular ese era el nombre de
una muñeca que la acompañaba y ella manifestaba ser la representación humana
del juguete. Mujer habitante de calle de rasgos mestizos con una edad que
supera los veinticinco años>> Deje el lugar con un mar de dudas, y una
cantidad de visiones con mujeres que circundaban las calles y que se asemejaban
ala corta descripción del reporte. Me fui del lugar desairada sin un ápice de
alegría que me permitiera mantener una ilusión al respecto. Por lo menos me
llevé un nombre, que no era el suyo verdadero pero la ganancia fue que tenía
uno para llamar a esa madre imaginaria y al menos pensarla de esa manera. Apenas
pude hablar con Charlie del asunto le conté y en ese momento lloré, no sé si de
alegría o desilusión. Él me dio la buena noticia de que ya podía hacer mi
primer viaje para pasar unos días fuera de Colombia y despejar mi mente sobre el
asunto de mis progenitores. Viajé a nueva Guinea. Al pasar dos semanas con
Charlie mi ánimo regresó y también mi decisión de enfocar mi carrera en la
fotografía. De regreso continué con mi vida, me estaba convirtiendo en una
ingrata. Me habían sido dados un par de padres geniales que muchos desearían,
debía estar agradecida con el mundo por quienes me procrearon pero más por ese
par de seres hermosos que me mostraron la vida.
Un día ocurrió lo que no me
esperaba, caminando por las calles del centro cerca de la Biblioteca Luis Ángel
Arango me crucé con una mujer que llamó mucho mi atención, su cabello empezaba
a teñirse de canas. No era vieja pero tampoco joven. Lo que me atrajo de todo
fue su nombre, un hombre iba con ella que tenía el aspecto desordenado y ropaje
ajado, halaba un carro hechizo en el que llevaban reciclaje. El hombre llevaba
su vehículo tirando de un lazo, mientras la mujer lo seguía empujándolo por
detrás. Yo no iba muy atenta de su asunto. Solo hasta que el hombre la llamó
por su nombre mi vida quedó detenida – Ayúdeme aquí Filomena - desde ese
momento puse toda mi atención y solo pensé en seguirlos. Caminaron muchas
calles, no tuve en cuenta el número ni las direcciones, mientras iba conservando
la distancia pensaba como podía abordarlos sin que pareciera extraño, ni
mostrarme demasiado interesada. Simplemente los seguía, al tiempo que iba
pensando en un tema para poder hablarles, especialmente, claro a ella. Recordé
que en el archivo decía que la mujer era una habitante de calle. Quien redactó
el reporte escribió que a Filomena se le ofreció la ayuda para ella y la bebe.
Le dieron las comodidades que necesitaba. Ella manifestó no querer quedarse en
el lugar. <<Una mañana la mujer bajo los
efectos de alucinógenos, se quedó dormida al lado de la niña mientras esta
lloraba inconteniblemente. La bebe fue apartada por las enfermeras y llevada
para ser alimentada y aseada. Durante ese tiempo la mujer despertó gritando
mientras buscaba a la niña, lloraba
mientras agredía al personal presente quienes trataban de explicarle donde la
tenían. Pero la mujer no escuchaba, presentaba un ataque de pánico, que no le
daba conciencia a la razón. Dejó el lugar para no regresar. Tampoco se le volvió
a ver por los alrededores >> todos esos recuerdos me hicieron aflorar
lágrimas de nuevo.
Continué de cerca sin
acércameles demasiado, en la mayoría de ocasiones busque un lugar en el cual
entrar y simular estar mirando algo, o entré a tiendas para comprar lo primero
que se hubiera y darles espacio. Era la primera vez en mi vida que espiaba a
alguien. Al poco rato se detuvieron en un parque donde había otras personas
como ellos, a comer algo que llevaban entre unos paquetes amarrados al costado
de su carro. Yo me quedé al lado de un puesto ambulante, frente a ella que
permanecía sentada en el andén, hice lo mismo mientras miraba alrededor, sin
quitarle la vista del todo, tratando de no asediarla. En un momento en el que
hablaba con el hombre, los observé sin mesura aprovechando que se miraban
mutuamente. Se notaba que conocían bien la calle. Por un momento ella dirigió
sus ojos hacía donde me encontraba, en serio que llegué a creer que me había
estado mirando también, por esa razón
cambie la atención de mi mirada hacía otro punto, pero al descubrir que sus
ojos no se encontraban en la misma realidad de la mía, me dedique a
embargar su cuerpo detalladamente, de esa manera analicé todos sus gestos y sus
manías corporales. Hasta que por fin encontré una similitud con mis movimientos
y eso me hizo muy feliz. Ella podría ser mi mamá (No me hice ilusiones, respiré
profundo, solo era una posibilidad) pero
no en ese momento, años atrás. Cuando aún yo no era consciente siquiera de mi
existencia. Ella seguramente no concebía la idea real que implicaba el oficio
de cuidar a otro ser que no fuese ella misma. No estábamos buscándonos no
sabíamos de la existencia de cada una. Pero la vida si y el tiempo estaba
guardándome ese instante, para mi conciencia y mi necesidad de saber de dónde
provenía. Me había llevado hasta ese lugar lleno de personas que viven de la
calle, donde cada día se basa en la importancia de poder llegar siquiera al
siguiente.
Como se lo diría, no iba a
ser fácil, no implicaba usar la razón, sino la imaginación. Por varios días lo
había estado pensando hasta que una mañana, me sugirió un pensamiento que me
advertía que no me le debía presentarme como su hija si la llegaba a encontrar,
en el reporte decía que mentalmente no tenía lucidez. Lo mejor era hacerme su
amiga, a pesar de nuestra diferencia de edad. Con el objetivo de que me
confesara que andaba por años buscando a la bebe que le fue robada y por la
cual tiene constantes ataques que pánico y llanto desesperado. Yo le contaría
que a mi también me habían robado casualmente a mi madre, para de esa manera plantearle
la búsqueda de la de cada una y que mientras las encontrábamos, por qué no ella
me diera el amor que tenía para su hija y yo, ese que guardo para la madre que
en algún lugar camina ausente lejos de mí sin saber que existo todavía, que
crecí y ya no sigo siendo la bebe que recuerda a su lado. Mi intención sería
lograr despertar su esperanza y ayudarle a que deje los fantasmas que desde ese
día no la han dejado descansar. Le haré entender mi felicidad de haber
encontrado a quien llamar madre, así ella no reconozca este cuerpo que dentro
suyo se llenó con la misma sangre que surca sus venas, y que sin importar que
la leche de su teta no me haya alimentado. Existe amor en mí, tanto como para
hacer que se sienta amada por los años que le quedan de vida. A esa mujer de
cejas pobladas, cabellos desordenados y ojos claros, decolorados por los años
que han visto pasar tantas calles como llantos. Me hubiera gustado haber
llevado mi cámara para tomarle una foto. Capturé el instante en mi alma. Ella
no llegaría a entender que tenía en frente a la hija que perdió y que la había seguido
al encontrarla. Una idea genial me había llegado al pensar en la cámara. Le diría
que por trabajo de la universidad necesitaba entrevistar a una persona como
ella, así de paso podré documentar los pasos que pueda llegar a recordar y
contarme hasta ese día. Quizá hasta pueda recordar su nombre para poder
llamarla así además de mamá.
Así hice, me acerqué a ella con el pretexto de que se trataba de un trabajo de la universidad. Aproveché cada momento a su lado, reconocí en su mirada del amor de esa hija que perdió sin saberlo en su momento, tan real y vigente en su propia realidad que demostraba la verdad entera de sus sentimientos. Sentí su vida, sus dichas y sus desdichas, viví sin que llegara a notar su día a día, como mío. Esa sería mi vida si no me hubiesen apartado de su lado, y muy seguramente habría sentido que esa no era la que merecía. Mis papas adoptivos fueron el regalo que la vida me había guardado. Mi mamá de sangre Filomena, era el regalo de la vida, ese que me mostraba mi origen, mi llegada al mundo. Como pocos tuve la posibilidad de saber y reconocer mi origen, mi casta.